
Si bien no escribe para sus lectores, de alguna manera está consciente de que su propia desgarradura, más allá de los límites de su subjetividad, puede gatillar algo en el Otro. “Un libro que deja a su lector igual que antes de leerlo es un libro fallido” - nos confiesa, dejando entrever que su punzante lirismo también busca trastornarnos, provocar heridas. “No se desciende hacia lo esencial de forma gradual y escalonada, sino merced a bruscas caídas”, en las que nada tiene que ver el desarrollo de un pensamiento sistemático. Quizás Cioran pueda propiciar un efímero instante de lucidez, abrir un abismo, hacer que nos asomemos a él, pero la caída será siempre y únicamente de cada quien.